✍🏻 Laura Benavides
📸 Archivo personal
📍 Bogotá, Colombia
Detrás de cada marca auténtica hay una historia que inspira, que toca fibras, que transforma. Así nació Luvanna Medicina Estética, una marca construida desde la adversidad, pero guiada por el propósito de ayudar a otros a reencontrarse con su mejor versión.
Hace cuatro años, este sueño comenzó con otro nombre: DepiVellos, un pequeño emprendimiento liderado por dos amigas unidas por la pasión de mejorar la vida de las personas a través del cuidado estético. Como ocurre con muchos proyectos nacidos del corazón, el camino no fue fácil. La sociedad se disolvió, hubo errores, noches en vela, aperturas que se cerraron antes de tiempo y decisiones difíciles. Pero también hubo algo que nunca se perdió: la convicción de que la belleza verdadera nace del amor propio.
Fue precisamente esa convicción la que dio origen al nuevo nombre: Luvanna. Un nombre que no fue elegido al azar, sino que emergió de escuchar a quienes más importan: las pacientes. Porque no solo se trata de eliminar un vello o mejorar un rostro. Se trata de acompañar procesos humanos, de sanar desde la piel hacia el alma, de construir autoestima desde la empatía, y de recordarle a cada persona que su historia es valiosa.
“Luvanna representa a quienes luchan, a quienes se reinventan, a quienes eligen amarse todos los días, incluso en medio de la incertidumbre”, expresa su fundadora Liliana Urrego. “No somos una clínica más: somos un espacio donde la estética se convierte en un acto de cuidado y empoderamiento«.
Con ética profesional, calidez humana y un equipo comprometido, Luvanna ha logrado posicionarse como un referente en medicina estética integral. En su sede principal, ubicada en Bogotá, cada tratamiento es diseñado a partir de una visión profunda del bienestar, combinando tecnología, experiencia médica y un acompañamiento emocional constante.
Hoy, Luvanna no solo celebra su permanencia en un mercado competitivo, sino su capacidad de resistir, reinventarse y seguir creciendo desde el propósito.
