✍🏽 Germán Malaver [@german_malaver]
📸 Dora Barrera [@doramar1010]
📍Laboratorio de Ideas, Escribe Germador
Hace algunos años, para ser exacto 15 (pero como si fuese sido ayer), una gran pieza de arte hecha mujer, nos dijo adiós para siempre (hija, hermana, esposa, mamá, abuelita, poetisa, cocinera, bailarina, risueña, romántica, escritora y una gran luchadora de vida). Unas personas la llamaban «May«, otras personas le decían mamá, mientras que yo tenía la fortuna de decirle abuelita
Recordarla a ella, es tocar el arte con una mano, que siempre me enseñó a vivir la vida disfrutándola como si se tratara de una canción donde cada quien le pone la sinfonía que más le agrada.
Ruth Marina M, era su nombre de pila, pero siempre le agradó que le dijeran «Mary» o «May» siempre se le veía una sonrisa en su rostro y un cigarrillo en su mano izquierda con una taza de café en la derecha, oyendo Radio Recuerdos en su vieja grabadora, sentada en su zapatera, en su lugar favorito, la cocina. Pero no todo es color de rosa, ya que su terquedad era su mayor defecto, siempre tenía la razón y como éramos todos por ella, y ella era todo, le obedecíamos. Fue una rebelde con causa, siempre iba en busca del amor, con excelente ortografía y una preciosa caligrafía, luchaba por ver a los demás feliz, pero se olvidó de luchar por ella también; aunque siempre batalló y noqueó unos días al cáncer de mama, lastimosamente no le alcanzó su fuerza, para seguir confeccionando historias y dárselas a conocer al mundo.
Todo esta desgarradora historia, empezó porque ella un día se entró a bañar y cuando lo hacía, se sintió una bolita del tamaño de un lunar en su seno, pero en ese momento ella no le prestó ninguna importancia y continuó haciendo de su vida una obra de teatro. Pasó el tiempo, y esa anomalía creció y dejó de ser algo diminutivo a pasar a un tamaño mayor, pero aún así siguió siendo el corazón más grande y la familia su latido más poderoso. Hasta que un día eso que se veía algo pasajero, se convirtió en toda una aventura que necesitábamos vivir en familia. Mi mamá la vio muy malita y la llevó al médico donde su diagnostico fue, que tenía cáncer de mama y que la luchadora «May» lo dejó avanzar demasiado, pero que, sin embargo se le podía realizar quimioterapia; y efectivamente así fue, entró en un proceso difícil tanto para ella, como para su familia, donde su extensa y crespa cabellera se le cayó, sus largas uñas se debilitaron y se le partieron, y el cáncer se le empezó a comer su piel por ende ya no tenía axila sino un hueco, y la medicina después de cierto tiempo no tenía validez, así que su amiga íntima era la morfina que la agotaba y vivía durmiendo todo el tiempo.
La enfermedad empezó a hacer metástasis, hasta el punto que le afectó los pulmones y esto fue motivo, para que la eterna «May«, nos dijera adiós para siempre. Este proceso que vivimos como familia, nos enseñó a ser más unidos y preocuparnos por nuestro prójimo. Por supuesto, que, mi abuelita nos dejó un gran vacío, pero también nos adoctrinó a depender más del Creador, que con Él basta para nuestro sustento, protección y directriz.
Y hoy puedo decir que no creo en la suerte, sino que creo en la bendición, porque aprendí que el cáncer es como las artes marciales, donde cada vez que se lucha se asciende y se recibe un cinturón, donde el Cinturón Rosa, se gana el mérito, porque quien padece esa enfermedad es una guerrera, un guerrero de vida y puede ganar cualquier batalla de ahora en adelante.
Por eso tócate, estás a tiempo para noquear ese mal y sacarle pecho a la vida.